Cómo transformar un paisaje calcinado y asegurar su pervivencia: El caso de Valdeolea y la implicación de las empresas en el medio ambiente.
El monte Manuz, en el municipio cántabro de Valdeolea es uno de los muchos espacios naturales que forman parte de la lista negra que se escribe cada verano. 38 hectáreas de masa forestal ardieron en septiembre de 2012, por culpa de un fuego que se originó en un área de matorral y se propagó rápidamente.
Un año después del incendio, visitar Valdeolea permite comprobar, no sólo la asombrosa capacidad de regeneración de la naturaleza, sino el potencial del ser humano para colaborar activamente en ese proceso y la gran labor que las empresas están llamadas a realizar implicándose en prácticas de responsabilidad social y medioambiental con el entorno.
En el calcinado monte Manuz, Bosques Sostenibles ha plantado este año 33.000 árboles. Para los trabajos de restauración, la empresa cántabra de gestión ambiental, especializada en iniciativas de RSC a través de la creación de bosques corporativos, ha contado con el apoyo de compañías como Volkswagen y Viglya, quienes han vinculado su participación a programas de compensación de emisiones de CO2.
El proyecto ha sido posible también gracias a la colaboración de la Dirección General de Montes y Conservación de la Naturaleza del Gobierno de Cantabria, como gestor de los terrenos, y de la Junta Vecinal de San Martín de Hoyos como propietaria del monte.
La iniciativa, promovida y tutelada por Bosques Sostenibles tiene como fin garantizar la consolidación de un bosque sostenible y perdurable. De momento, lo que el fuego destruyó hace un año vuelve a ser un ecosistema vivo, donde la biodiversidad crece paulatinamente y comienzan a funcionar cada uno de los mecanismos naturales, como la fijación de C02, la regulación del ciclo hidrológico o la protección del suelo.
33.000 árboles para combatir el cambio climático
“El objetivo del proyecto era crear un bosque que permita la mitigación del cambio climático a través de la fijación de carbono y al mismo tiempo, garantizar el restablecimiento de los valores naturales y paisajísticos de la zona afectada por el incendio”, explica Jesús David Sánchez, Ingeniero de Montes de Bosques Sostenibles.
El primer paso consistió en el diseño y aprobación de un Plan de Gestión para la zona en el que se evaluaron las alternativas de restauración de los terrenos y se seleccionaron las acciones más adecuadas para la consecución de los objetivos.
Durante los meses de invierno se procedió a la retirada de los restos quemados, facilitando su incorporación al suelo; se preparó el terreno para acoger a los nuevos árboles y se plantaron de forma manual 33.000 ejemplares pertenecientes a especies y variedades con procedencias autóctonas. Más de la mitad eran pinos silvestres; una cantidad importante, robles y hayas, y el resto: endrinos, espinos albares, manzanos y perales silvestres. Todos ellos han contribuido a generar un ecosistema complejo y diverso.
Transformación inmediata
“Se ha optado por llevar a cabo una preparación del terreno lineal, siguiendo las curvas de nivel”, añade Jesús David Sánchez. “Este el método más acorde con el tipo de suelo: aumenta la capacidad de retención de agua, mejora las condiciones para el desarrollo de los árboles y evita la erosión ocasionada por la escorrentía superficial”.
Las especies más sensibles de la repoblación, como hayas y robles, se han vestido con protectores biodegradables, que les proporcionaran unas condiciones micro-climáticas más favorables. También se han mejorado los accesos al lugar, se han creado cortafuegos y se ha instalado un cierre perimetral para proteger los árboles en las primeras fases de desarrollo y para el control de la ganadería.
En total, se han generado 350 jornales de empleo directo, la mayor parte en las labores de plantación. “Una vez sentadas las bases del futuro bosque y comprobado el correcto arraigo y supervivencia de las plantas instaladas, la transformación del entorno y su paisaje han sido inmediatas”, declara Elena Álvarez, CEO de Bosques Sostenibles.
La gran acogida de la iniciativa por parte de la población local y las administraciones competentes en la materia, reflejan la adecuación del proyecto a las necesidades existentes en materia de restauración ambiental, así como el potencial de colaboración entre la iniciativa privada y los poderes públicos.