En las últimas semanas se ha hablado mucho de los llamados "árboles bomberos", especies más resistentes a los efectos del fuego, que frenan el avance de las llamas. Fue, sobre todo, a raíz del incendio de Pedrógão Grande, en Portugal, y de algunas imágenes muy viralizadas a través de las redes sociales en las que se podían ver cómo determinadas especies arbóreas autóctonas -castaños, robles, sauces, olivos...- se habían salvado de la quema, protegiendo además a una casa a la que rodeaban.
No era nada nuevo, solo la constatación de que ciertos árboles tardan más en arder y no favorecen la extensión de los incendios, a diferencia de especies pirófitas como el eucalipto o el pino.
El Ayuntamiento de Ames (A Coruña), próximo a Santiago de Compostela, inició el pasado invierno, dentro de su plan municipal de prevención y defensa contra los incendios forestales, un proyecto piloto que incluye la plantación de 1000 castaños, avellanos, nogales y cerezos en 37 fincas de Piñeiro que abarcan una superficie de alrededor de dos hectáreas.
Ames ha sufrido en los últimos años importantes incendios forestales, muy peligrosos sobre todo al tratarse de un municipio con importantes masas de bosque y, al mismo tiempo, muy poblado (30.000 habitantes) y con asentamientos muy diseminados, por lo que el fuego en muchas ocasiones se ha acercado a viviendas y núcleos.
Por ahora se han plantado ya 654 árboles en 23 fincas que abarcan unos 10.100 metros cuadrados y después del verano se completará la primera parte de este proyecto piloto con la plantación de las restantes.
La iniciativa se llevó a cabo tras firmar convenios con los propietarios y propietarias de los terrenos para la gestión, desbroce y repoblación. La intención del ayuntamiento es que el proyecto se extienda en los próximos años al resto del término municipal, incrementando así la protección contra el fuego. Fuente Diario de Galicia