El norte de Inglaterra se encamina a ser mucho más verde. El domingo 7 de enero, el gobierno del Reino Unido reveló sus planes para plantar un vasto bosque, el cual se extendería, sin exagerar, de una costa a la otra. Sombreando la ruta de la autopista M62, que va de este a oeste, el nuevo ‘pulmón’ británico constituirá una amplia franja verde a lo largo de Inglaterra, yendo desde Liverpool hasta Hull, ciudad de la costa este.
Si se cumple al pie de la letra la pauta anunciada, el bosque contendrá finalmente unos 50 millones de árboles, dispersos en 62,000 acres a lo largo de una superficie de 120 millas de largo (casi 200 kilómetros). No solo vendrá a repoblar una de las zonas menos boscosas del país, por medio de especies locales, mayormente de hoja ancha (planifolios), sino que servirá de válvula de escape natural para los residentes de las áreas metropolitanas más próximas.
Pero el objetivo todavía está lejos de materializarse. Hasta ahora, el gobierno ha prometido un monto inicial de 5.7 millones de libras esterlinas, de los 500 millones requeridos (689.6 millones de dólares) para desarrollar a cabalidad el proyecto. En todo caso, lo que llama más la atención acerca del plan es que se suma a una transformación que, de hecho, ya venía en camino: este es el segundo mayor intento, en las últimas décadas, de reverdecer el paisaje natural inglés.
El primer intento tuvo lugar 100 millas al sur, en las Tierras Medias inglesas (las llamadas Midlands), donde una considerable superficie boscosa –de unas 200 millas de extensión- va madurando a un paso estable. El llamado National Forest (Bosque Nacional), cuyas primeras plantaciones comenzaron hace 28 años, recién empieza a madurar y, por lo mismo, a revelar cuán trasformador puede ser la reinvención de un paisaje. Como se espera del moderno Bosque del Norte, el Nacional no es solo un espacio para el ocio o un proveedor de carbono, sino un territorio despojado en buena medida de la explotación industrial y el pastoreo.
Fuente Univisión noticias